Es posible
utilizar el ritmo para reeducar el pensamiento para que este fluya de un modo
correcto. El ritmo permite que la disfemia desaparezca aún en los casos más
graves.
Si hacemos
hablar a un disfémico, siguiendo el ritmo perceptible por los sonidos, como el
sonido de un tambor, una luz intermitente, golpes en la mesa, etc., de modo que
pronuncie una sílaba al compás de cada estímulo sensorial, la tartamudez
desaparece.
El ritmo produce dos efectos en
la mente del disfémico:
• Un desvío de la atención que
impide la entrada de pensamientos negativos o de otro tipo, a excepción de lo
que se quiere decir, puesto que no es posible pensar simultáneamente más de una
cosa.
• Ralentización a la que se
someten sus pensamientos, que deben pasar por el freno que supone el ritmo.
Los caracteres del ritmo:
Artificialidad: debe ser ajeno al tartamudo.
Continuidad: debe ser continuado.
Variabilidad: la frecuencia del ritmo puede aumentar o disminuir.
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